Lleva más de 900 años viendo pasar peregrinos que van a Santiago. Y ahí sigue, dispuesto a que le caigan otros 900 más sin inmutarse. Dicen que San Martín de Frómista es al arte románico lo que el Partenón es al arte griego clásico y puede que haya algo de razón en ello. Dicen también que quien lo levantó pudo trabajar libremente, sin verse sometido a grandes presiones: no en vano, cuando la iglesia de San Martín se erigió, Frómista no era ya un centro de atención preeminente dentro de la ruta jacobea. El resultado de todo esto fue esta pequeña joya que, a poco que se pueda, hay que visitar. La emoción, al menos en mi caso, estuvo justificada. Nunca imaginé que me hiciese tanta ilusión estar allí.
Todas las visitas a monumentos deben ser guiadas.
ResponderEliminarEn Frómista hay,o mejor, había, el mejor pan de Castilla. Lo mejor será comprobarlo cuando se llegue. Saludos a San Martín desde Badajoz.
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